Cita

Un día comprando cosas…

15 Jul

Se me acerca un hombre extranjero…

-Hola

-…

– Vamos a tomar algo y luego vamos a algún lugar?, me dicen que las suramericanas son muy ardientes.

– Mire señor a mi no me interesan tales propuestas y por favor no confunda ardiente con mujeres fáciles, de seguro las hay pero no crea que porque es extranjero se crea superior, no pues el dueño del mundo, los norteamericanos no tienen remedio…. Adiós.

Todo vale

12 Jul

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» Todo vale.
Que sí. Que todo vale.
Estoy harto de tanto sólo vale:
esto vale, esto no vale…
¡Todo vale!
Lo sé, lo sé: éste es el mundo
del sólo vale:
siempre hay unos que deciden
lo que vale y lo que no vale.
Sólo es eso: siempre hay unos
que imponen lo que vale para ellos.
Y lo otro, no vale.
Ellos:
¡los pontífices! ¡Los honorables!
Pero todo vale. Todo vale.
También en este mundo
estamos los del todo vale.
No nos querrán. Para ellos
seremos los que no vale
pero así va ese mundo,
el mundo del sólo vale.
¡Aquí nos salvamos todos
o aquí no se salva nadie!
Que sí, lo sé: todo vale:
Todo vale, mamíferos:
¡todo vale! 
»

Jesús Lizano.

Una tarde en la montaña

10 Jul

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Contemplar la noche en la montaña una vez más, me hace sentir tan libre pero tan insignificante a la vez, sentir los árboles abrazándome en medio de la brisa, la tierra un poco húmeda, mis manos vacías… Y me pregunto qué será de mi vida, esperar o vivir, caminar o morir. 

Me resigné a dormir en medio del bosque, en la montaña, pero el frío no me dejaba dormir, yo sólo había llevado una sábana grande y comida, no fue suficiente así que comencé a caminar de nuevo a la ciudad.

En medio de la noche fui a una casa, cerca de la montaña, una mujer muy amable me mostró un lindo conejo que le habían regalado, le pregunté que si todavía salían buses a la ciudad, ella me dijo que sí que como hasta las diez pasaban, miré mi reloj: las ocho y media, le di las gracias a la mujer y emprendí mi camino de nuevo a los paraderos de buses. El camino era hermoso y tranquilo, la mayoría de las casas tenían sus luces encendidas, habían unos postes de luz que iluminaban el camino, llevé un palo conmigo desde que estaba en el bosque porque no se sabe que pueda pasar en el camino, me sentía como un pastor con su callado pero sin ovejas, aunque un perro me acompañó hasta cierto lugar. Después me senté en una banca de madera a esperar el bus, eran como las nueve pasadas, veía varios buses subir pero nada que pasaba el que necesitaba, esperé y esperé y como casi a las diez pasó el bendito bus y me subí; de nuevo a contemplar el camino oscuro hasta llegar a la ciudad. Llegué, la ciudad tan sola estaba, yo acostumbrada a verla llena de personas caminando… Seguí caminando hasta llegar a San Antonio, en el camino le pregunté a unos guardias si seguían pasando buses para Envigado, no tenían ni idea, yo tampoco pero seguí caminando; luego vi varios buses que iban para Itagüí y otros para Prado, como no vi más pensé en subirme en uno de esos y caminar el resto hacia mi casa, pero en esos instantes vi un bus que iba para Envigado, se simplificaron las cosas y llegué a casa sin problema alguno, tomé algo caliente y me acosté a dormir.

No seamos como ranas.

4 Jul

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6:56 de la mañana en la fría ciudad, caminando entre calles grises y un sol apenas naciente abrazando la gran ciudad mientras mis manos se congelan al escribir estas palabras. Estoy bien donde me encuentro, lindos árboles a mi alrededor siendo atravesados por los rayos del sol, mientras los pájaros cantan y los siento dentro de mi. Algunos guardias molestos rondando por el lugar, no les presto atención, sólo están por ahí haciendo su trabajo.

Ayer empecé a leerme un pequeño libro de Sófocles: Edipo rey, he aquí un fragmento: » Terrible, terrible es la agitación que me infunde el sabio intérprete de las aves; no digo que sí ni que no: no sé que decir; en alas de mi ansia espero, pero sin ver nada, ni en el presente ni en el pasado…».

Somos como aves o como un pedazo de éstas lindas criaturas; No deberíamos prescindir del presente o del pasado, ni del futuro, nada. Vivir el instante, carpe diem, ser uno con el mundo; parecerá muy loca esta idea; pero el hombre es algo irremediable, un gran destructor, deberíamos dejar eso de lado y ser tan naturales como las aves o cualquier otro individuo viviente no humano y descubrir tantas cosas lindas que tiene este planeta; es pequeño, sí, pero no tan pequeño como nosotros y deberíamos aprender de él, sin destruirlo. Por eso no espero nada de los humanos y cambiaré sólo por mí, porque puede que no cambie a la humanidad entera pero sí a mí misma.

Sé que ciertos humanos no tienen remedio y tantas cabezas y cerebros lavados por la tv. y demás medios no se preguntan qué hace esto en su vida, ya estando sumergidos no quieren salir de allí, aquel mundo pintado, tan superficial, tan vacío de sentimientos.

Cegados, tan cegados que destruyen no sólo su hogar sino también ellos mismos. Alguien muy malo que tiene el poder sobre las masas quiere que nos matemos unos a otros o erradicarnos poco a poco, así como la rana va muriendo sumergida en el agua que poco a poco se va calentando.

No quiero ser como aquella rana, no. No quiero morir influida por la sociedad, construiré mi propio mundo con mis ideas al menos más naturales, es que realmente quiero vivir en armonía con la naturaleza y han inventado los humanos tantas cosas innecesarias ya, que me pone muy triste, no quiero verlo más, quiero escapar y ver la tierra al desnudo y que ella también me vea a mi, estar verdaderamente en armonía.

A veces quisiera que no tuviéramos tal raciocinio, así al menos todo sería un poco mejor, A quién le importan los automóviles, los edificios o las calles construidas?, A caso a las palomas les interesa eso?, no. Todo eso es hecho por el hombre egoísta, es tan egocéntrico; no sé por qué tanto egocentrismo  desde épocas tan, tan antiguas, así como aquella idea de que la tierra era el centro del universo, que todo giraba en torno al hombre, gran error.

Nosotros sólo formamos parte de este enigmático universo y aún seguimos creyendo que todo gira en torno al hombre?, estamos jodidos, realmente jodidos.

En verdad no espero a que alguien cambie, aunque sería muy bueno, cada quién elige su camino en la vida, cada uno elige su rumbo a su muerte.

El alma de una niña

26 Jun

Tres noches consecutivas soñando contigo, puede ser síntoma de que he de extrañarte; Yo sinceramente no entiendo cómo actúa mi subconsciente pero aquellos sueños han sido hermosos. Siento que aunque estemos distantes te sigo llevando en mí… Y es que te has llevado mi alma, el alma de una niña llena de sueños creando y destruyendo todo en su imaginación, el alma de una niña inocente, el alma de una niña salvaje, el alma de una niña tierna, el alma de una niña que está dispuesta a darlo todo, el alma de una niña que quiere volar… Esa niña se siente muy feliz de haberte encontrado y no espera nada de ti, sólo quiere darte amor y que seas feliz porque ella ya lo es a tu lado; Y si alguna vez has de partir te dará una linda despedida y tal vez te dé algo para que lleves, recuerdos.

Ella espera que seas feliz donde sea que te encuentres.

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Amor mío!, cuanto te deseo…

24 Jun

Hazme el amor como te gusta, como me gusta. Apriétame, entiérrame tus uñas en mi espalda y luego desliza suavemente tus dedos sobre mi rostro, déjame ver a través de esos ojos penetrantes que me demuestran más que las palabras tus sentimientos llenos de furor y de furia. Deja que el placer se desborde de nuestros cuerpos, que nos envuelva el calor y ardamos juntos… 

Vamos al bosque, respiremos ese aire puro mientras nos amamos, hagamos una fogata tanto afuera como adentro de nosotros, caminemos por los senderos llenos de rocas o por el bosque mientras nos perdemos entre miradas y cuando llegue la noche contemplemos la luna y las estrellas.

Amor mío!, cuanto te deseo… 

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Como nosotros, las moscas se sienten el centro del mundo.

21 Jun

Huye, amigo mío, a tu soledad! Ensordecido te veo por el ruido de los grandes hombres, y acribillado por los aguijones de los pequeños. El bosque y la roca saben callar dignamente contigo. Vuelve a ser igual que el árbol al que amas, el árbol de amplias ramas: silencioso y atento pende sobre el mar.

Donde la soledad acaba, allí comienza el mercado; y donde el mercado comienza, allí comienzan también el ruido de los grandes comediantes y el zumbido de las moscas venenosas. En el mundo las mejores cosas no valen nada sin alguien que las represente: grandes hombres llama el pueblo a esos actores.

Friedrich Nietzsche

Extraño.

16 Jun

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Han pasado un par de días y ya extraño tu esencia, extraño tu voz, extraño que te encuentres a mi lado, extraño tu sonrisa, extraño tu mirada, extraño tus abrazos, extraño tus besos, extraño tus caricias, extraño que durmamos juntos, extraño que hagamos chocolate juntos, extraño el humo de tus cigarrillos, extraño que hagamos música, extraño tus risas, extraño que me hagas reír, extraño los viajes en metro, extraño todo tu ser.

El defecto natural de los poetas decadentes

15 Jun

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Tiende el poeta usual y puramente de sentimiento a caer en el defecto de la retórica y de la afectación; tiende el poeta místico a caer en el defecto del exceso de mixtura de lo ideal y de lo real, de lo espiritual y de lo terreno; tiende, finalmente, el poeta simple y realista a caer en el defecto de la expresión llana o trivial. Son estos los tres defectos a que acostumbra descender la poesía sana: exageración del sentimiento poético, deficiencia del sentimiento poético y confusión del sentimiento poético.

Pero el género de defectos en que de ordinario caen los decadentes no pertenece a ninguna de esas categorías. Sin duda que los decadentes tienen todos los 3 defectos citados, y vulgarmente los tienen: en especial el del prosaísmo. Pero el defecto natural en sus obras no es ninguno de los apuntados. Es otro más curioso, que consiste en la yuxtaposición delirante de los epítetos, en la incoherencia general del frasear. Es el […] usual del místico.

Fernando Pessoa

Del Gran Anhelo

15 Jun

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Oh alma mía, yo te he enseñado a decir «hoy» como se dice «alguna vez» y «en otro tiempo» y a bailar tu ronda por encima de todo aquí y ahí y allá.

Oh alma mía, yo te he redimido de todos los rincones, yo he apartado de ti el polvo, las arañas y la penumbra.

Oh alma mía, yo te he lavado del pequeño pudor y de la virtud de los rincones, y te persuadí a estar desnuda ante los ojos del sol.

Con la tempestad llamada «espíritu» soplé sobre tu mar agitado; todas las nubes las expulsé de él soplando, estrangulé incluso al estrangulador llamado «pecado».

Oh alma mía, te he dado el derecho de decir no como la tempestad y de decir sí como dice sí el cielo abierto: silenciosa como la luz te encuentras ahora, y caminas a través de tempestades de negación.

Oh alma mía, te he devuelto la libertad sobre lo creado y lo increado: ¿y quién conoce la voluptuosidad de lo futuro como tú la conoces?

Oh alma mía, te he enseñado el despreciar que no viene como una carcoma, el grande, amoroso despreciar, que ama máximamente allí donde máximamente desprecia.

Oh alma mía, te he enseñado a persuadir de tal modo que persuades a venir a ti a los argumentos mismos: semejante al sol, que persuade al mar a subir hasta su altura.

Oh alma mía, he apartado de ti todo obedecer, todo doblar la rodilla y todo llamar «señor» a otro; te he dado a ti misma el nombre «viraje de la necesidad» y «destino».

Oh alma mía, te he dado nuevos nombres y juguetes multicolores, te he llamado «destino» y «contorno de los contornos» y «ombligo del tiempo» y «campana azul».

Oh alma mía, a tu terruño le he dado a beber toda sabiduría, todos los vinos nuevos y también todos los vinos fuertes, inmemorialmente viejos, de la sabiduría.

Oh alma mía, todo sol lo he derramado sobre ti, y toda noche y todo callar y todo anhelo: – así has crecido para mí cual una viña.

Oh alma mía, inmensamente rica y pesada te encuentras ahora, como una viña, con hinchadas ubres y densos y dorados racimos de oro,

– apretada y oprimida por tu felicidad, aguardando a causa de tu sobreabundancia, y avergonzada incluso de tu aguardar.

¡Oh alma mía, en ninguna parte hay ahora un alma que sea más amorosa y más comprensiva y mas amplía que tú! El futuro y el pasado ¿donde estarían mas próximos y juntos que en ti?

Oh alma mía, te he dado todo, y todas mis manos se han vaciado por ti: – ¡y ahora! Ahora me dices sonriendo y llena de melancolía: «¿Quien de nosotros tiene que dar las gracias?

– ¿el que da no tiene que agradecer que el que toma tome? ¿Hacer regalos no es una necesidad? ¿Tomar no es – Un apiadarse?»

Oh alma mía, comprendo la sonrisa de tu melancolía: ¡También tu inmensa riqueza extiende ahora manos anhelantes!

¡Tu plenitud mira por encima de mares rugientes y busca y aguarda; el anhelo de la sobreplenitud mira desde el cielo de tus ojos sonrientes!

¡Y, en verdad, oh alma mía! ¿Quién vería tu sonrisa y no se desharía en lágrimas? Los ángeles mismos se deshacen en lágrimas a causa de la sobrebondad de tu sonrisa.

Tu bondad y tu sobrebondad son las que no quieren lamentarse y llorar: y, sin embargo, oh alma mía, tu sonrisa anhela las lágrimas, y tu boca trémula, los sollozos.

«¿No es todo llorar un lamentarse? ¿Y no es todo lamentarse un acusar?» Así te hablas a ti misma, y por ello, oh alma mía, prefieres sonreír a desahogar tu sufrimiento,

– ¡a desahogar en torrentes de lágrimas todo el sufrimiento que te causan tu plenitud y todos los apremios de la vida para que vengan viñadores y podadores!

Pero tu no quieres llorar, no quieres desahogar en lagrimas tu purpúrea melancolía, ¡por eso tienes que cantar, oh alma mía! -Mira, yo mismo sonrío, yo te predije estas cosas:

– cantar, con un canto rugiente, hasta que todos los mares se callen para escuchar tu anhelo,

hasta que sobre silenciosos y anhelantes mares se balancee la barca, el áureo prodigio, en torno a cuyo oro dan brincos todas las cosas malas y prodigiosas:

también muchos animales grandes y pequeños, y todo lo que tiene prodigiosos pies ligeros para poder correr sobre senderos de color violeta

– hacia el áureo prodigio, hacia la barca voluntaria y su dueño: pero éste es el vendimiador, que aguarda con una podadera de diamante, –

tu gran liberador, oh alma mía, el sin-nombre ¡al que sólo cantos futuros encontrarán un nombre! Y, en verdad, tu aliento tiene ya el perfume de cantos futuros,

– ¡ya tú ardes y sueñas, ya bebes tú, sedienta, de todos los consoladores pozos de sonoras profundidades, ya descansa tu melancolía en la bienaventuranza de cantos futuros! –

Oh alma mía, ahora te he dado todo, e incluso lo ultimo que tenía, y todas mis manos se han vaciado por ti: – ¡el mandarte cantar, mira, esto era mi última cosa!

El mandarte cantar, y ahora habla, di: ¿quién de nosotros tiene ahora – que dar las gracias? – O mejor: ¡canta para mí, canta, oh alma mía! ¡Y déjame que sea yo el que dé las gracias! –

Así hablo Zaratustra.